San Salvador es una de las diez ciudades más peligrosas del mundo. Las pandillas criminales, las maras, tienen barrios enteros bajo su control y aterrorizan a la población. A menudo obligan a las y los jóvenes a unirse a su pandilla y exigen exámenes de ingreso, como el asesinato de un miembro de la pandilla contraria. Después de Siria y Lesotho, El Salvador es el tercer país más peligroso del mundo para las mujeres, con 9,4 feminicidios cada 100.000 habitantes al año.
Por lo tanto, muchas familias se ven obligadas a abandonar sus comunidades de origen para proteger sus vidas. Huyen de la violencia. Muchos huyen a los Estados Unidos, pero más de 200.000 personas al año emigran dentro del país. Sin embargo, el gobierno no reconoce el fenómeno: Las víctimas no están registradas oficialmente ni reciben apoyo.
Nuestra organización asociada CRISTOSAL trabaja con familias desplazadas para ayudarlas a integrarse en las nuevas comunidades. También sensibilizan a las comunidades de acogida para que puedan hacer frente a la situación de manera adecuada. CRISTOSAL ha desarrollado su propio modelo trifásico para este propósito:
- ayuda humanitaria con refugios y gestión de crisis psicológicas
- atención de transición con más apoyo psicosocial y el desarrollo de un nuevo plan de vida
- integración social en las comunidades de acogida, trabajando tanto con la familia como con los miembros de la comunidad y los representantes de la comunidad
Integración social en las comunidades de acogida

Nuestro proyecto conjunto contribuye sobre todo a las dos últimas fases: La atención de transición estabilizadora crea la base para la nueva vida de las familias en sus comunidades de acogida. Se les fortalece emocionalmente y se les informa sobre sus derechos para que puedan reclamarlos. Junto con la familia, los trabajadores sociales desarrollan un plan de vida en el que se establecen metas y se fomenta el pensamiento positivo dirigido hacia el futuro. Esto también incluye un nuevo comienzo financiero: a través de medidas de generación de ingresos o pequeños proyectos, se ayuda a las familias a ganarse la vida. Para que esto funcione, reciben formación y educación.
La tercera fase se refiere a la integración y participación en la comunidad. No se trata sólo de las familias, sino también del medio ambiente: esto incluye, por ejemplo, el acceso a la educación de las niñas y los niños y las y los jóvenes o el acceso al sistema de salud. Las familias deben participar activamente en la vida comunitaria. Para que la integración tenga éxito, el proyecto también está dirigido a las comunidades de acogida. Por ejemplo, se informa a los residentes sobre la situación y los derechos de las personas desplazadas con el fin de que se reúnan con los recién llegados sin prejuicios. Como parte del proyecto, se capacitará a 50 representantes de la comunidad en los siguientes temas: Los derechos humanos y los derechos de los desplazados internos, las estrategias de integración social y las medidas de generación de ingresos. Deberían cabildear con las organizaciones comunitarias, especialmente con las organizaciones de mujeres y de jóvenes, y también sensibilizar al público sobre la situación de los desplazados internos.
Información del proyecto
Proyecto | Incidencia por los derechos de víctimas de violencia en riesgo y/o situación de desplazamiento y/o migrantes retornados a través de redes colaborativas de actores locales |
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Lugar/Región | Cuatro municipios de El Salvador: San Salvador, Soyapango, San Vicente y La Libertad. |
Socio | CRISTOSAL |
Grupo objetivo | 100 personas / 48 familias desplazadas y familias de las comunidades de acogida, así como 50 representantes de la comunidad |
Actividades |
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Duración | 2022-2024 |
Presupuesto | 90.000 Euro por año |
Patrocinador | BMZ (Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo, Alemania) |